sábado, 22 de noviembre de 2008

Demasiada intimidad




Aurora Lauzardo

A Vanessa Vilches, belle dame sans merci

La mañana de las elecciones, como de costumbre, preparé el cafecito, encendí el cigarrito y me senté a leer mi correo electrónico con los perros aún desperezándose a mis pies. Una amiga me había escrito para que no dejara de leer las cuatro entrevistas a las cuatro compañeras de los candidatos a la gobernación. A la velocidad de un clic llegué a la página en cuestión y cuál no fue mi asombro a medida que mis ojos volaban sobre las palabras y mi cerebro, que aún no había alcanzado el nivel operacional de cafeína, trataba de procesar su sentido.

El título, Diálogo íntimo con ellas, anunciaba el tipo de entrevista que jamás se le habría hecho, no ya a Fortuño, Irizarry Mora, Figueroa o Acevedo Vilá como candidatos, sino a Krans o Cantero Frau en su papel de consortes o como se llame al marido de una gobernadora, que desde luego no será primer caballero.

Por algún misterio que mi flaco y mujeril entendimiento no alcanza a comprender, nos dicen que (parafraseo la entrevista) su condición de compañeras de los candidatos a la gobernación eleva a estas mujeres, a estas "damas” hermosas, inteligentes, determinadas, valientes y de indudable criterio, a una posición en que “impactan decisiones de consecuencias mucho más amplias que las nuestras”. Leo esto y pienso en las consecuencias de tanta decisión femenina importante que se toma a diario en esta isla fuera de los muros de La Fortaleza (en los quirófanos, los salones de clase, las oficinas). Me confunde la nomenclatura, el uso indistinto de las palabras mujer, dama, compañera, esposa y “en calidad de novia”.

Que las compañeras de los candidatos accedieran a participar en una entrevista en que la primera pregunta era si se habían hecho o se harían una cirugía plástica y por qué, se podría entender y hasta disculpar "en nombre del amor, de la admiración, de la solidaridad y, sobre todo, de la entrega incondicional a las aspiraciones de sus compañeros" (aunque me habría gustado conocer la amplitud de las consecuencias de que, justo antes de las elecciones, alguna de ellas hubiese tomado la impactante decisión de negarse a contestar). Pero en el contexto de unas elecciones locales en las que por primera vez se cuestionó la vigencia y pertinencia del puesto de Primera Dama y hubo hasta quienes tuvieron la valentía de proponer que se eliminara; en el contexto de un país en el que una Resolución 99 amenaza contra la dignidad y los derechos de tantas familias no tradicionales; me desconcierta que el periódico de mayor circulación del país haya realizado semejante entrevista y que la publicara, precisamente, el día de las elecciones.

Me pareció que las preguntas atentaban contra la inteligencia, no sólo de las entrevistadas, sino de las lectoras, que preferiríamos saber menos de la intimidad de los compañeros candidatos y más de lo que piensan estas mujeres tan poderosas sobre temas políticos, económicos y sociales; o de sus haberes profesionales; o de sus ideas y planes para el inevitable puesto de Primera Dama; o cuál fue el último libro que leyeron, cuál es su película favorita, qué tipo de música les gusta escuchar. La entrevista – idéntica para todas, como si se tratara de una versión puertorriqueñizada de las Stepford Wives  – las reducía a un universo doméstico que se fundamenta en la concepción más conservadora de la familia, el matrimonio heterosexual, el hogar perfecto compuesto por papá, mamá e hijos, portadores ellas y ellos de los más altos valores morales. Si no, ¿cómo se explica que les preguntaran cómo actuarían si su hijo les dijera que va a ser padre sin haberse casado? Así, sin matices, atenuantes ni agravantes. ¿Cómo se contesta a una pregunta como ésa? Pues, mire usted, dama, si mi hijo tuviera 9 años y me dijera que preñó a la vecinita me desmayaría; pero si tuviera 25 y estuviera feliz por ello, me lo comería a besos. ¿Cuál es el problema, la criatura que viene en camino o que los padres no estén casados? ¿Y si el hijo o la hija no creen en el matrimonio? ¿Y si el hijo o la hija son homosexuales, bisexuales o transexuales que quieren formar una familia no tradicional?

Para hablar de sexualidad e intimidad con ellas, ¿por qué no les preguntaron su opinión sobre la Resolución 99 y el derecho inalienable de cada cual de disfrutar de su intimidad como le parezca? ¿Por qué no les preguntaron su opinión sobre los derechos reproductivos de las mujeres? ¿Por qué no les preguntaron su opinión sobre la educación sexual en las escuelas? De verdad que nada aporta a mi vida ni a mi bienestar conocer las fantasías sexuales de las compañeras de los candidatos, ni saber lo que hacen sus compañeros para seducirlas, ni dónde se dieron el primer beso.  Aunque confieso que, después del martes, abrigo secretamente la esperanza de que el sentido del humor de nuestro gobernador electo le resulte tan seductor a la Legislatura como a la Primera Dama.

Si la intención del periódico era reforzar en los electores unos valores familiares tradicionales, por virtud de los cuales los hombres/compañeros/candidatos, en el peor de los casos, sacan la basura sin que los manden y, en el mejor, lavan, cocinan y friegan; o si  lo que perseguía era darle un toque femenino light a un panorama político y económico desolador, entonces puedo entender por qué se publicaron estas entrevistas el día de las elecciones. Y, si es así, por favor, permítanme sugerir sólo una preguntita más para las candidatas a Primera Dama, la pregunta número 17, no es una pregunta sexy pero es algo que inquieta a mi amiga Vanessa y, supongo, a muchas otras lectoras: ¿qué hacen cuando se les queman las habichuelas?

Diálogo íntimo con ellos: las 5 preguntas que todos queríamos hacerles a los candidatos a la gobernación de Puerto Rico (gracias a Yvette Torres y Vanessa Vilches Norat por las sugerencias). 

1.     ¿Ha usado o usaría Viagra alguna vez? ¿Por qué?

2.     ¿Qué marca de bolsas de basura recomienda a los esposos puertorriqueños?

3.     ¿Cuál es su secreto de belleza mejor guardado?

4.     ¿De qué color son los huevitos que el Conejito de Pascua les trae a sus hijos?

5.     Y la dama, ¿fue la primera?

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