sábado, 7 de marzo de 2009

La isla bendita


Vanessa Vilches Norat

Con Omar volvió a pasar. Afloró el pensamiento infantil puertorriqueño. Lo peor de una amenaza de huracán para la isla no es ver la histeria colectiva del país traducida en largas filas por agua, salchichas, atún, gasolina, baterías. No, no es ver las góndolas vacías como si se tratara de un bombardeo. Tampoco es darse cuenta de la pobre infraestructura, de la falta de planificación nacional para una característica típica del clima tropical. Sí, porque un huracán es eso, un rasgo del clima de la región. Incluso, lo peor no es observar el circo político de turno por el “fenómeno climatólógico” por venir. Ni tan siquiera el chiste de la suspensión del IVU. Lo peor, el verdadero horror, la gran calamidad es padecer la vergüenza ajena al escuchar al otro día, cuando nos hemos dado cuenta que la amenaza de huracán, por suerte, no pasó de ser eso, una amenaza, la manoseada explicación “la verdad es que Puerto Rico es una isla bendecida”.

Una bofetada llega a la cara. Puerto Rico es una isla bendecida, que no bendita. La escuchamos a todas horas, en todas partes. Todas las bocas pronuncian el oráculo. La dice el cartero, la vecina, la maestra, el estudiante, el cura, el político, el ancla de las noticias, el reportero, el farmacéutico. Puerto Rico es una isla bendecida. La multitud de voces lo enuncia, lo repite, lo entona. A coro, gritan, elevan sus manos, agachan la cabeza, la menean. Convulsan por la nueva buena, la ley incomprensible. Puerto Rico es una isla bendecida. Lo tararea el radioescucha, lo asegura la psicóloga televisiva, lo informan los cazadores del tiempo. Puerto Rico es una isla bendecida. Lo entona el cantante, lo silba el caminante, lo impone el policía.

Alguien me explica exactamente, ¿qué significa Puerto Rico es una isla bendecida? A nadie se le ocurre pensar que el clima tropical es difícil de diagnosticar. Que en último momento cualquiera de los muchos elementos que determinan el paso de los huracanes- la velocidad de los vientos, la temperatura de la zona, las bandas de lluvias- afectan los recorridos de las tormentas. Pero la idea primitiva de que los huracanes no azotan la isla porque Puerto Rico está bendecido, da pena, ganas de llorar. ¿Qué clase de bendición es esa? ¿Qué dios arbitrario prefiere a Puerto Rico del resto del Caribe? No sé qué hemos hecho para merecer tanto. No conozco el pacto secreto que contrajimos con ese dios. Puerto Rico pasó directamente de ser la Isla del Encanto a ser la isla bendecida. Habría que pensar en lo maldito del destino de otras islas como Haití, República Dominicana y Cuba. Un calvinismo aflora en nuestra psiquis: Dios nos quiere porque nos exime de los huracanes. ¿Quién ha sido el chivo expiatorio? ¿Quién el cuerpo del sacrificio? ¿Qué sacerdote ha oficiado el ritual divino? Puede haber un pensamiento más elemental, más infantil, más inmaduro, más primitivo que ese.

Prefiero la explicación de Don Cholito. Como buen comediante usó para sí ese pensamiento infantil boricua. Ahí está a nuestra disposición, para consumo de todos: el tubo que chupa. Este simpático simiñoco parodiaba la idiosincrasia puertorriqueña pues se coloca en el mismo ojo de nuestra infantilidad. Ante cualquier amenaza de huracán, tormenta tropical o fuertes lluvias, Don Cholito montaba todo un espectáculo aludiendo a su poder de ahuyentar los huracanes con sólo activar la coclaina del tubo imaginario. Ese super tubo sí que me gustaba, el gigantesco extractor de tormentas tropicales, de maleficios divinos, de rayos y centellas de Don Cholito. Sólo bastaba llamarlo a su programa del mediodía y los televidentes expiábamos el horror. Don Cholito con su gracia de oficiante nos consolaba y nos aseguraba de la eficacia del tubo que chupa.

Yo tengo para mí que el tubo que chupa se vuelve imprescindible para sobrevivir el malestar puertorriqueño. Actívelo Don Cholito, hágalo funcionar.

Una pena que ese super tubo no se trague otros maleficios, otros huracanes, tormentas tropicales de otro tipo. Sería tan bueno arrasar con él la comedia de las elecciones, por ejemplo. Yo me suscribo a la inteligencia paródica de Don Cholito y lo cito “Como no explican…y cuando explican no entiendo”.

1 comentario:

Sally dijo...

hoy 13 de enero 2014. leo esta publicacion que escribiste. Y me atrevo apararme y aplaudirte. Hasta lo voy a compartir en mi facebook. Porque me indigna lo mismo. Te Felicito!!!!